Romanticismo
y existencialismo
Se
denomina Existencialismo a la corriente filosófica que se desarrolló en Europa
entre las dos guerras mundiales -situación cultural y política de crisis- y por
ello en cierto sentido es expresión de la desorientación y desarraigo,
producidos por los cambios en la cultura, valores y principios que
caracterizaron esa sociedad durante una época histórica determinada. Pero, la
filosofía existencialista, se halla arraigada en la tradición filosófica, sobre
todo en el pensamiento de la modernidad y en el modo en que este planteó sus
problemas fundamentales.
A
su vez, se puede señalar que unas de las filosofías más controvertidas y de
mayor difusión en el siglo XX es el existencialismo. Estas corrientes tienen
sus inicios después de la primera guerra mundial, cuyas resonancias al igual
que las de la segunda guerra mundial- son verdaderamente críticas.
La
filosofía existencial, o existencialismo, se interesa en reflexionar sobre el
sentido de la existencia y de la muerte, por encima de cuestiones abstractas
que supuestamente encubren los conflictos del hombre. La preferencia por estas
temáticas hace del existencialismo una filosofía de interés para todos.
Jean
Paul Sartre ha sido considerado como el padre del existencialismo ateo. Es
quien hace de la negación de Dios la esencia misma de su sistema. Dentro de la
literatura actual, Sartre es de los más leídos, a la vez que ha sido uno de los
autores que más ha influido gracias a su estilo genial, quien junta la lógica
del razonamiento filosófico. Traspasa las fronteras francesas y ejerce
parcialmente una influencia preponderante, incluso en Alemania, fuera de los
círculos de especialistas, se considera como maestro por excelencia del
existencialismo ateo de este tiempo.
En
cierto aspecto, el existencialismo se nos presenta como un camino de salvación.
Esta doctrina nació dentro de una crisis histórica. Las dos guerras mundiales
habían dejado millones y millones de muertos. Alemania responsable de las
guerras, había sido derrotada. La gente vivía en una situación difícil, hubo un
pesimismo grande en Europa. El existencialismo es y tiene una posición polémica
contra la razón, parte de algo concreto.
medida
que el mundo ha ido progresando, también ha evolucionado la forma específica
que tiene el hombre de interpretarse a sí mismo y al mundo que lo rodea,
buscando una respuesta que de sentido a su existencia. El ser humano va
concibiendo la literatura de manera diferente según sea el concepto que tenga
de la realidad. Esto nos explica el hecho de que a principios del siglo XIX
empiece a manifestarse una nueva forma de sensibilidad que se opone al
pensamiento racionalista y normativo del neoclasicismo. La razón será
destituida por la imaginación, se dará paso a la libertad creativa.
EL
ROMANTICISMO.
Para
los neoclásicos lo primordial fue la razón. Se admitía que la vida y la
sociedad eran imperfectas, pero dentro de ellas el hombre debía alcanzar su
perfección moral guiado por la razón. En cambio, la actitud moral y sentimental
de los románticos es de insatisfacción ante la vida y el mundo. Se rebelan
contra todo y aspiran a algo superior, sin saber siempre qué es. A esta
situación e desencanto contribuye la pérdida de la fe en el papel rector de la
razón. Adquieren gran importancia la imaginación y la sensibilidad personales.
La imaginación permite al romántico evadirse de la realidad y tender hacia un
mundo de ensueños, ideal e indeterminado. Un hermoso ideal, generalmente
irrealizable. De ahí proviene la disociación entre lo ideal y lo real.
El
Romanticismo es un especial estado de alma de hombres jóvenes. Incluso el
destino del romanticismo fue no superar la juventud de los románticos. Muchos
de ello dejaron de existir tempranamente: Novalis, Shelley, Keats, murieron
antes de cumplir los 30 años; Larra y Nerval se suicidaron; Hölderlin se
enajenó en el mundo de la locura. Fueron hombres sensibles, capaces de
conmoverse ante la naturaleza y el arte. Poseedores de un ardiente y apasionado
corazón que vibró con el amor. Guiados por la imaginación y la sensibilidad el
lugar de la equilibrada razón, se sintieron impulsados hacia las más nobles
causas humanas, por ejemplo el patriotismo, la independencia, la libertad, la
justicia.
Los
románticos se diferenciaron de los neoclásicos hasta en el aspecto físico: de
contextura delgada, barba, flotante cabellera, rostro pálido y ojos lánguidos.
Las mujeres se pintaban el rostro para acentuar la palidez de éste y bebían
vinagre con el fin de verse demacradas, lívidas y ojerosas. Algunas innovaron
en las vestimentas y se vistieron de hombres y fumaron puros, como George Sand.
Para ella, padres y maridos representaron una tiranía contra la cual era
necesario rebelarse. El deseo de evasión de la realidad, llevó a los románticos
a un excesivo individualismo. Cada sujeto se sintió centro del mundo y
consideró sus derechos más importantes que los del grupo social.. De este deseo
de evasión provino el sentimiento de soledad y la búsqueda de la naturaleza,
pues lejos de las ciudades y del contacto con los demás hombres, el yo
individual puede manifestarse libremente. Bosque, montaña y mar fueron los
escenarios adecuados para el alma del romántico.
EL
ROMANTICISMO EN EUROPA.
Fue
un movimiento espiritual y artístico que prevaleció en la cultura entre fines
del siglo XVIII y finales del XIX. Fue una reacción frente al racionalismo y al
clasicismo, filosóficamente supone una nueva valoración de la conciencia, en la
que el sentimiento tiene un lugar preponderante: éste inspira una visión
trágica de una realidad inalcanzable, una aguda percepción individual de la
naturaleza y sobre todo una fuerte pasión por la libertad. La conciencia
individual se prolonga en la colectiva por medio del nacionalismo o populismo.
Muchos
son los factores necesarios de investigar para configurar el verdadero origen
del romanticismo en Europa: reacción europea contra la invasión napoleónica;
conciencia patriótica ante la posibilidad de tal invasión: Italia contra
Austria, etc. Más que tendencia literaria o artística, el Romanticismo es un
concepto de vida distinto que se gestó en Europa dentro de los márgenes del
siglo XVIII, más o menos en el año 1835, y que no tuvo más de veinte años de
duración.
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